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La importancia de un primer carrete bien gastado

julio 20, 2009

Hace años, cuando escribía un diario, hacía pausas de generalmente más de 6 meses, pero cada vez que lo cogía me pasaba la tarde escribiendo y me extendía a gusto contando lo acontecido. No era mal planteamiento, te obligaba a hacer recuento y omitir lo que no era importante. Después abrí el blog y abandoné la costumbre. No porque escribiera lo mismo, ni mucho menos, si no porque ya satisfacía el gusanillo de escribir, empezaba a ser bastante más feliz y no necesitaba tanto el soltar, además de que el ritmo en el blog me quitaba ya bastante tiempo.

Cuando releo aquel diario me encuentro con una grabación fiel de los importantes cambios que viví en aquel paso de niña a adulta, cambios que en su momento no era consciente de estar viviendo, pero que vistos en la distancia son gigantescos. Y me alegra tener un testigo de aquello, porque aún puedo aprender de la experiencia al leerlo. Al fin y al cabo nuestros errores se repiten una y otra vez, la diferencia radica en ser conscientes de ellos y aprender un poquito cada nueva vez.

Por eso… hoy me da pena darme cuenta de que no estoy escribiendo las vivencias de los años más felices de mi corta vida, y con la memoria de pez con la que han sustituido la mía en los últimos años, el panorama no mejora precisamente, que digamos.

¿Y qué ocurre ahora? Que aunque aún no lo vea con perspectiva, tengo la intuición de que el segundo fin de semana de julio va a haber sido clave para mí, a nivel personal pero sobre todo a nivel fotográfico; crónica de un cambio interior radical.

Me marché a Madrid con 3 amigos fotógrafos, íbamos a visitar PHotoEspaña, pero todos cámara en mano, sin querer perder la oportunidad de lo que surgiera. Y yo, que a todo lo que sea curioso y diferente me apunto, acepté el reto de Santi de ir con su cámara analógica y un carrete en blanco y negro. Santi es un fotógrafo analógico aceptablemente conocido a nivel nacional, aunque siempre le había visto, desde hace dos años y medio, como un compañero más en la agrupación; se me escapaba un poco su arte, eso lo sabía. No sé si a fuerza de conocerlo más o de ver más parte de su obra de la que había visto hasta ahora, su estilo empieza a cobrar un sentido y una emoción de la que antes carecía para mí, de repente me ha calado hondo, y me alegra muchísimo tenerle tan cerca =)

Así que, volviendo al tema, allí marchamos, dos digitales y dos analógicos, a la capital.

Lo he repetido mil y una veces la pasada semana… la aparentemente sencilla libertad de poder pararte por la calle a hacer una foto sin sentir la presión de la gente que te espera, fue una novedad. Utilizarnos unos a otros como modelos (manos, cuerpo, espalda…) para las fotos que nos iban naciendo, fue una maravilla de sensación, saber que estabas siendo un mero elemento más, no de cualquier foto, sino de la creación de un amigo al que admiras fotográficamente y que sabes que te sorprenderá. Y ver los resultados que iban saliendo en las pantallas de las digitales era esperanzador y emocionante.

Chalma de Graciela Iturbide

Chalma de Graciela Iturbide

Pero no todo era hacer fotos. Visitamos una fantástica exposición de Graciela Iturbide que nos dejó pasmados y emocionados. El resto de exposiciones ya sólo podían ir a peor. Pero no, no todas. A primera hora de la tarde llegamos a Alcalá 31 a ver a Annie Leibovitz, una fotógrafa eminentemente conocida y millonaria, con ideas originales, pero un icono (quién sabe si merecido por mucho que fuera la última en fotografíar a Lennon, nos recordábamos al entrar) y una fotógrafa de famosos al fin y al cabo.

Según empezamos, algo consiguió llamarnos la atención: junto a las enormes y archiconocidas fotos de famosos, se intercalaban fotos más bien pequeñas y desconocidas de la vida personal de Annie. Una mujer con un característico mechón blanco, Susan Sontag, no dejaba de aparecer. Era la pareja de Annie, una teórica de fotografía, complemento perfecto a la creativa de Annie. Se nota el amor mirando los mil y un retratos de Susan.

Tras muchos buenos retratos (unos más imaginativos que otros, pero todos intensos) de personajes famosos, encontramos una sala tipo pasillo que alberga corchos con varios cientos de fotos mal pinchadas con chinchetas que forman la cronología de las fotos personales de la exposición. Lo sigo y veo una parte de la vida de Annie, sólo de esos tres lustros, de los 41 a los 56 años, en imágenes: Sus padres haciéndose mayores. Las sobrinas creciendo. Su amor por Susan, sus viajes, sus vivencias con amigos de ambas, su casa. Veo a Susan enfermar de cáncer, veo fotos en el hospital. Un autorretrato de Annie embarazada. Me agacho y veo… a Susan morir. El padre de Annie cae enfermo y veo a su hijo darle un beso en la frente con el dolor y el miedo impregnando la fotografía, después veo una foto del agujero que ese mismo día será su tumba. Un poco más adelante y cuando aún no me he recuperado de tanta desgracia dolorosamente transmitida, un recién nacido sonríe a la cámara. Y ese choque tan agridulce y tan fuerte, tan desgarrador y tan real como la vida misma que duele sólo pensarlo, consigue que toda la emoción que había contenido se me escape y desborde mis ojos, y se deslice tranquila, sin sobresaltos, en forma de lágrimas.

Nunca un autor había conseguido transmitirme tanto, y sólo pude dejar que la emoción me inundara. ¿Para qué estamos aquí si no es para permitirnos sentir? A tres de nosotros nos costó un par de horas sacudirnos la tensión que se había albergado en el estómago después de lo que allí habíamos visto y sentido. A partir de ahora, Annie Leibovitz será a mis ojos una de las mujeres más fuertes, inteligentes y llena de vivencias que he conocido, además de una fotógrafa de derecho a quien intuyo que la fama llegó sin esperarla, sólo porque lo que siente y transmite con la fotografía no pasa desapercibido. No quiero ni imaginar cómo lo pasó haciendo esas fotos, aunque creo que era la mejor manera que conocía de sacar todo lo que estaba sintiendo, y tampoco quiero ni imaginar lo que ha tenido que pasar reuniéndolas todas, preparando la exposición y el libro (que me compraré en la FNAC), y sintiendo cada instantánea como si lo estuviera viviendo de nuevo. Aunque en las entrevistas deja bastante claro que de todo ha aprendido y que no guarda resentimiento alguno: eso es aprender de la vida y no pelearse con ella. Pero yo he sentido su dolor en las fotos, llegar a ese punto no es que haya sido difícil, es que ha tenido que ser una tortura.

El viaje me ha cambiado la manera de ver la fotografía, de sentirla. En parte por tener que pensar en blanco y negro, en parte por sentir la mecánica en las manos, porque las vivencias han sido intensas, por conocer a gente que te aporta dispares visiones (como Endika Portillo, 1er premio FotoArte’09), porque las fotos que he hecho han tenido que ser muy diferentes a lo que habitúo a hacer, y ¡sorpresa!, me he encontrado con que me transmiten mucho más de a lo que estoy acostumbrada, algo por lo que siempre me he auto-criticado: que mis fotos son muy estéticas pero que todavía están lejos de tener todo el contenido que pueden y deben tener. Pero sobre todo me ha cambiado porque finalmente ese interruptor en mi cabeza ha hecho ¡click! y fotos que no me terminaban de gustar ni conseguía entender por los fallos técnicos o la falta de un sujeto interesante, han empezado a cobrar sentido e intimismo. Ahora creo que por fin comprendo que hay fotos que no tienes por qué entender, sólo debes mirarlas y dejar que te engullan, que te hagan sentir. Y eso es más triunfo que una foto de la que la gente dice «qué bonita». Son las primeras las que perduran, las que siempre han sobrevivido al tiempo y siempre lo harán.

Ese paso no te lo puedes inventar, simplemente había que trabajarlo un poco: estar receptiva a todas las maneras de mirar, ver muchas fotos, valorarlas en compañía, rodearte de gente que puede darte pistas reveladoras y después tenía que llegar esa inspiración, y aquí estamos, revelando carretes en blanco y negro, sorprendiéndome a mí misma de haber tenido un comienzo del que estar orgullosa en la analógica (que ha tenido mucho que ver con ese click) y sintiendo que ha sido uno de los findes más estimulantes de mi vida (que se lo digan a la gente que me rodea, por fin mis niveles de energía empiezan a volver a su estado normal =P), uno de esos que jamás querré olvidar, uno de esos que sólo sientes así cuando es la primera vez que vives algo. Y escribo porque no quiero olvidarlo cuando en el futuro me acuerde de él con cariño, sin saber muy bien por qué.

Gracias a todos los que habéis formado parte de él, a mis tres amigos, a quién nos recibió en su casa con los brazos abiertos, a quienes nos acompañasteis noche y día en los calurosos paseos por la capital, y en especial a Sergio y sobre todo a ti Santi, por hacérmelo creer (sólo un poco) y empujarme siempre a crecer =).

No lo olvidaré, este recuerdo no, esperemos repetir antes de lo que creemos =)

Referencias: Exposición de Annie Leibovitz en PHotoEspaña, vídeo de la inauguración de la expo, fotos de Leibovitz, más fotos de Leibovitz

7 comentarios

  1. A Annie se la ha criticado mucho ser judía, por tener el padre que tuvo y cómo ella se inició en mundo de la fotografía, por ser mujer lesbiana, segundo por ser madre soltera, tercero por tener amante de hecho y vivir en apartamentos separados, por tener hijos de vientres de alquiler, y así sucesivamente pero ¡¡TODO CRÍTICAS, NO A MODO DE DAR OPINIÓN SINO, DAÑINAS Y QUEDANDOSE SIEMPRE EN LA SUPERFICIE Y EN EL PLANO PERSONAL!! y no críticas por su trabajo. Es de locos…

    A mi siempre me resultó una mujer de fuerte, valiente, de esas dignas de conocer por su afán de superación, por su perfeccionismo, por la calidad y no la cantidad, por hacer las cosas tan bien como las ha ido haciendo siempre y, ¡qué narices!, por haberse ganado su dinero por su trabajo. Y bien merecido que se lo tiene.

    Hagamos lo que hagamos, a las mujeres, siempre se nos criticará, y entre nosotras nos criticamos aún más si cabe. Así que, mejor será hacer lo que a cada una le nazca y le florezca de las mismísimas entrañas/vísceras, ¿no?

    Creía que sabías la vida de Annie.

    Si te has dado cuenta, al escribir has comenzado con lo fácil. Criticar sin saber y/o conocer. Cuando debería de ser al revés. Primero conocer o interesarse y luego criticar.

    Muy bien escrito Marta. Me encanta leerte. Tú sinceridad y tu facilidad a la hora de leerte es una delicia siempre =)


  2. Bonita reflexion


  3. Dear Lady Pain, I write a blog for quilt artists with the goal of providing inspiration and information. I would like to use your photo on Flickr, Closed? for Vacation in a post showing photographs of clotheslines that would be inspiring for making art quilts. I always give photo credits and in this case would link to your website, or to your Flickr profile, whichever you wish, I hope you will agree, Gina


    • Of course, Gina. Go ahead. Send me a link to the article when you do it 😉 And link to my flickr page, please. Thank you very much!!! ^_^


  4. me encanta la fotografia, me encanta el bondage y hacer fotos mientras ato, observar todo lo que rodea ese mundo, el de la foto y el del bondage,espero conocerte en el museo de reproducciones si es que eres tu la del cartel, un saludo y me apunto tu blog.


  5. Hola soy yo otra vez, no puedo responderte al mail, pero y aunque no soy profesional de la foto ni del bondage si son mis pasiones, me encantaria colaborar en lo que tengas en mente, en cuanto actualize el flirck te lo mando, por cierto tambien soy de Bilbao…suerte? la mia, un placer y seguimos en contacto.


  6. Qué dices!! Jo, suerte la mía porque aúnque estoy haciendo un trabajo sobre fetiches, algunos me son sólo conocidos estéticamente, como el bondage, así que sería genial que esté metido le de ese toque real. Así que mándame el flickr y todo lo que quieras! Me encantaría.

    Un beso!! 🙂

    Marta.



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